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04/05/2014

Nº1957

Cultura – Teatro

El radio de Marie Curie
Por Estela Leñero Franco

Marie Curie, entregada al estudio de la radioactividad en cuerpo y alma, es una de las mujeres más admirables del siglo XX. Su inteligencia y experimentación la llevaron a obtener en dos ocasiones el Premio Nobel –de física primero y de química después-, por sus aportaciones al conocimiento científico universal.


Fue admirable su compromiso con la investigación, y su sencillez y generosidad con la que procedió en vida. No quería la fama, sino el bien de la humanidad; no patentó sus descubrimientos, y junto con su esposo Pierre Curie sintió que el pero mal que les había caído encima era la popularidad.
Podemos conocer la vida íntima y laboral de Marie Curie en la obra de teatro El radio de Marie Curie que actualmente se presenta en el Teatro del Museo Universum, interpretada por Claudia Lobo (con el “Cinemano” de Arturo López Pío) bajo la dirección de Gabriela Lozano, y adentrarnos en aspectos mínimos o grandiosos, tiernos o atroces por los que ella pasó. El ojo con el que está vista descubre interesantes detalles, como la relación con su madre tuberculosa a la que no podía tocar; su dolor por la muerte de su esposo atropellado por una carreta; o las campañas feministas estadounidenses para conseguirle un costosísimo gramo de radio con el cual pudiera continuar su investigación.
La actriz Claudia Lobo caracteriza una Marie Curie de edad, poco antes de su muerte, aunque en realidad la forma dramática utilizada es la de un personaje que narra su historia fuera del tiempo –como narrador omnipresente- e imprime al hablar un acento extranjero, para recalcar su nacionalidad polaca. A pesar de que una de las intenciones de esta forma de hablar subraye atinadamente la ocupación rusa y la forma clandestina en que se accedía a la cultura y la lengua polaca, el expresarse como extranjera, aunada a la dificultad verbal que la edad provoca, mina subterfugiamente el texto escrito por la actriz y Mauro Spinelli. La atractiva vida de Marie Curie lucha con la forma dramática en que se presenta ya que al parecer una biografía narrada enciclopédicamente, la teatralidad se debilita.
Lo sobresaliente de El radio de Marie Curie es la interpretación de la actriz, quien nos la hace entrañable, y los recursos escénicos que la directora encuentra. Gabriela Lozano utiliza un par de elementos en el espacio y nos sorprende con la relación dinámica que propone entre el trabajo actoral y la proyección en la gran pantalla de fondo. La directora ofrece un juego escénico entre la figura de la mujer con un vestuario de época sencillo y bello, diseñado por María y Tolita Figueroa, y las imágenes en blanco y negro o sepia cambian constantemente. Ella revela sus secretos, muestra algunos experimentos químicos como magia o se pone o quita el saco y el sombrero para indicar el paso de tiempo o cambio de espacio; Pío dibuja con arena, tinta o figuras recortadas, paisajes realistas que tienen lo etéreo de la arena o la tinta, o abstracciones para incitar un estado de ánimo.
El pasado domingo, El radio de Marie Curie celebró sus primeras 50 representaciones y la placa fue develada por Elena Poniatowska. A obra que se presenta los sábados y domingos, a las 16:30 horas, es una propuesta escénica atractiva que nos hace compartir el lado íntimo de esta gran científica para enternecernos y respetarla aún más como ser humano.  Aprendemos un poquito más del descubrimiento de la radioactividad y valoramos a una mujer que rebasó los límites sociales y culturales para aplicar sus conocimientos a la ciencia y hacer grandes descubrimientos.